martes, julio 03, 2007

La poesía de Gustavo Ossorio o la voluntad del traductor.





Ciertamente la poesía ha configurado un óbice tanto intelectual como metodológicamente para los estudios literarios, but there are more things in heaven and earth [1]. Así, en esa senda, liminal y excéntrica, encontramos la poesía de Gustavo Ossorio, como el paso de un cometa que iluminó y espantó el horizonte de la poesía chilena en la década de los cuarenta. Pero aun más allá de su definición espacio-temporal, su relación con La Mandrágora y con Rosamel del Valle y Humberto Díaz-Casanueva, su labor como poeta, a saber, poesía, es la de ser un pararrayos de la cruel sima que intuye y vuelve lóbrego el halito de su lengua. ¿Cuál es esa sima? ¿Qué extraño mundo propone el abismo descendente que tanto lo seduce y al que tan intensamente teme?

Desde su poesía primera (Presencia y Memoria, 1941), pasando por el momento climático (El Sentido Sombrío, 1948) hasta su literatura póstuma (Contacto Terrestre, 1969), el afán de la palabra se vuelca sobre el nombrar. Recuerda la nominación como un don y como la señal de un peligro ausente: los agudos rayos de un astro ciego. Hay sustancias y enigmas en su poesía, es cierto. Hay también constataciones, dudas y deshilvanes, mas es esa decisión, el estricto rigor al que ciñó su cuerpo escritural (y por qué no decirlo su propio cuerpo): el ímpetu de sobrepasar los límites de la razón, las imposiciones tradicionales, las convenciones acerca del arte de hacer poesía y así destruirse más allá del enigma (construcción lógica) en el misterio (agón de las potencias anteriores al pasado). Por tanto su poesía redunda hasta el cansancio en el recuerdo, la memoria y la experiencia; ya que en esta tríada constelar está instalada como centro tácito la anamnesis platónica, la posibilidad de participar en la pertenencia de lo divino. Sí, es cierto, la poesía de Gustavo Osorio no es religiosa, pero como toda gran poética, deviene Religión en tanto su exilio y retorno es el de una divinidad que descansa en su madre y su mujer (como declarara en una carta previa a su muerte), una divinidad innombrable y contradictoria (similar a la de los gnósticos) que reúne ciertas características huidizas (a la manera de la verdad en Benjamin) y propias de los monoteísmos. Como el Judío y el Islámico, Ossorio deposita su fe en la escritura: es un poeta del Libro, y a la manera de Humberto Díaz-Casanueva, su poesía puede ser interpretada en un verso: No es tiempo de huir, sino de leer los signos.

Así, al contrario que Borges, Ossorio es un lector, mas un lector de Libro de la Naturaleza, del Universo (Torah o El Libro del Cordero en el Apocalipsis de San Juan) y el Libro que es Dios en sí mismo como una constante diseminación y procrastinación de su ser. Dios en Ossorio es el error, es la pluralidad, aunque también la tensión de su escritura al querer nombrar los bordes de una revelación que intuye advenir pero que no sucede. Dios es la escritura de un Dios ausente, es la creación inexpugnable y mentada como vacío, en la que el poeta y su palabra entran para rescatar la huella de una Presencia. Hay también indecisiones y tentativas de un arte vanguardista, pero es en el derrotero espiritual, en la profunda templanza de no arrebatarse por falacias, donde su poesía se juega como un puente entre un abismo aún sin nombre en la forma de una espiral descendente, y la fatua realidad de los hechos en la mixtura de tiempo y espacio. Ossorio intuye que la muerte y su consolidación inundan de sentido la vacua ensoñación de lo cotidiano, por eso construye en verso tórrido e inmanejable, la recia estructura de un puente entre ambos mundos. Un puente que se bambolea sobre la nada y al que pocos quieren cruzar. Tal puente es la traducción. Tal traducción es su poesía, y es esa la razón que existe para pensar en su hermetismo: como toda construcción en lo inhumano, sólo al hombre de fe le es dado conocerla.

Redundando diferenciadamente en los epítetos de loor, Gustavo Osorio sin ser un poeta extraordinario, es una poesía asombrosa en sí, y continuidad en Chile de un aventajado movimiento secreto en otras latitudes, este es, el de una poesía que se extrema en el esfuerzo de hacerse lo dicho, trasponer los elementos retóricos y tropológicos, para dejar de ser aquello que es por otra cosa, y ser la otra cosa sin distancias: Su poesía es el fracaso adánico, la antiliteraria verdad.

1 comentario:

xirok dijo...

Gustavo Ossorio
Poesía de la Metafísica



Javier Abarca Medel


La poesía de Gustavo Ossorio, logra construir desde las preguntas sin obligarse a responder, porque su poesía dice y no dice a su antojo, ahí va dejando entre silencios la húmeda inquietud, la duda que cuestiona. Pero esta duda es un recurso, un tono mediante el cual Ossorio pone al menos un pie en la orilla de ese mundo invisible que ve.

“Yo lo sé
hay lugares en que nada es posible hallar
en que nada se sabe del día o de temblar
hay lugares de invisible sustancia
doble residencia y pie lejano...

Allí el hombre recurre a fundar su palabra
O el espacio de su voz
Allí percibe la simultánea estatura de su soledad
Y su inútil espina
Allí ocurre a morir para no oír de pronto la sombra
Como un eco.” (1)

Estos ecos repiten lo que se quiere tocar, se sostienen en las metáforas desde lo húmedo por momentos o de lo oscuro, pero estos son lugares de la memoria, y en estos lugares posibles, entre otros, los que el poeta construye, el puente, el enigma. Pero cruzar este puente requiere estar conciente, presente, por ello la memoria separa una cualidad de otra, le permite al poeta estar en si mismo sin abandonar ninguno de los mundos posibles que trata de asir.

“Voy simplemente en dos vidas
con el destino y la constancia perdida entre los sueños
fuera de la presencia
siguiendo su abatida huella tan de cerca
tan hondo que duelen los huesos removidos
y la estrella y los pasos inseguros
cuando mi sombra admirable regresa a su peligro. (2)


La melancolía, en Ossorio, el carácter espiritual, es el “lugar” donde se vuelve absolutamente necesario revelar. Él Sostiene la metáfora para que pregunte largamente, sugiriendo que esta “bilis negra” también es psíquica, fundamental, antológica, espiritual. (3)
Esta epifanía fundamental es nostalgia de otro mundo, invisible. Dos vidas para los sueños, diría el poeta, de lo que se adolece, lo que se ha perdido y que puede ser recuperado. Es una analogía que elije los recuerdos, lo aparente, lo transitorio, porque además esa visión se encarna en la piel, lo material, lo particular que el hombre distingue y repite, inventa y acerca desde la apariencia, lo distinto posible o el sentido sombrío.

Hemos de tener cuidado al andar en la poesía de Gustavo Ossorio, pretendiendo descubrir una forma de religión poética. (4) Ossorio es un poeta que pregunta, desde, por y a través de la palabra. El origen de su enigma que tanto le atormenta está en amoroso abrazo con la duda que pregunta.
Se está (el poeta, el hombre) “sobre” las cosas presentes, y de ello entre otras, lo más digno de admirar, para nombrarlas.

“hemos tocado un penetrante enigma
y en él estamos ardidos”. (5)

Estar conciente de dicho enigma que se anuncia, revelado en la palabra que se da cuenta, pero que, sin embargo no se puede revelar. Le da un sentido (certeza) sombrío, no por oscuro, sino por ser repetición de lo visto a través, o a pesar de las mismas palabras.
Ossorio se hace cargo del enigma y da cuenta de ello, en tanto él está sujeto al verbo que dice y niega. La palabra se transforma en extensión del cuerpo (materia), que no solo ve, toca. Y cuando toca las cosas, algo de él queda como una pátina mohosa al pasar por ellas.

Se ha creado un puente en la manera de preguntar por ese mundo invisible y ese puente es la palabra como extensión de la materia que participa de ambos mundos. Por eso el tono de la poesía de Gustavo Ossorio trasunta un afán de precisión. El poeta ve la diferencia entre lo que esta sucediendo y lo que queda, esa parte de uno junto a las cosas que nos anticipan o detienen. Esa diferencia, distinción, alcanza para llegar al mundo invisible que se desea ver, saber, el estado angélico perdido quizás, ahí, en ese lugar intonso, como un libro que rechina cuando se abre, algo se muestra, no las cosas, sino lo que las cosas necesitan para estar sujetas.

“Mientras yo no sé
Cómo probar este trabajo lejano,
Admirable aquí
Entre tantos espejismos de profunda unidad,
Luz incondicional
En medio de este aire en angustia,
Con un conocimiento exacto de cada país.
Sin embargo,
No significa la muerte.
Hay un vínculo que enlaza al hombre y su caída
Y a esto se agrega el pensamiento
Hecho revelación entre el recuerdo y su color”. (6)

El color subyuga al poeta por la diversidad de los tonos en sus interpretaciones simbólicas, quiere dar a la cosa nombrada, el secreto sugerido en la resonancia significante del propio color y que la palabra necesita para sugerir el enigma, la pregunta tiene desde acá una vibración específica, una categoría.
Las preguntas son entonces, metafísicas necesariamente.(7) El poeta está solo ante el enigma, en silencio, sin pretensiones, con paciencia de alquimista, espera y macera a fuego una y otra vez, con el afán de ver en el fondo del crisol, la exacta palabra que una vez dicha, evade. Entonces, preguntar, es una manera de sujetar el enigma sin responderlo, es más, la pregunta en su origen, en su duda, es el enigma y el puente.


Esa distancia que habita entre el pensamiento y la palabra, ignora la precisión de una poesía conciente y “en este camino de la poesía conciente, Paúl Valery, por ejemplo, sabe que ella va dejando de ser un sueño; porque, “El que dice exactitud y estilo invoca lo contrario de sueño”.
El poeta desde la poesía, adquiere cada vez más conciencia para su sueño, precisión para su delirio” (8)

“Estamos ausentes,
Estamos solos,
Estamos lentamente vivos a causa de los sueños.
Pero nosotros no sabemos nada de esto.
Subir y bajar con unos gritos desgarradores
No puede probar nada.”(9)

¿Qué es lo cierto?, ¿Qué se mueve? pregunta el poeta mostrando en lo escrito la síntesis y el significado, sentimental por la perdida, conciente por resignación o indiferencia. Es una elección primero, luego una aceptación de lo que se ha descubierto. De manera cautelosa si se quiere, astuta en su simplicidad. Tal visión, o tal soberbia, solo puede habitar en un corazón alquímico, o metafísico.
La simplicidad hace que pueda verse, descarnado, indiferente ante su propia muerte, porque la lucidez de lo descubierto le permite evadir su propia subjetividad y volverse de algún modo, neutro.


“Expreso tan claramente como puedo
Esta conquista de aceite helado,
Este polvo directo sobre las calles
Que mueven los pasos hacia un viaje comenzado siempre,
Conjunción de inmóvil permanencia
Y lágrimas sin duda.
He aquí que se divulga el alma iluminada
Y habita su nada particular;
He aquí que entro
Y logro coger al pez antes de su agua.
Avanzo y me apoyo sobre esta forma de error,” (10)

Las preguntas que buscan la verdad, se asumen en un doble factor a la manera de los escépticos griegos, ¿La verdad es sentimental o inteligible? ¿O ambas a la vez? Un enfoque interesante y novedoso en la literatura chilena es considerar una posible filosofía para chile esbozada en la poética de la pregunta como acto de conocimiento. (11)


El poeta construye una morada interior a través del lenguaje que comparte con la muerte. Un afán inteligentemente emotivo que trasunta también en “Diario de Muerte” de Enrique Lihn, desde la muerte las preguntas recorren los textos, que son escasos, dos libros y uno póstumo, con los ojos puestos en si mismo frente a la propia muerte. El poeta indiferente frente su nada particular, desdeñada por el alma que quedara a pesar de el un tiempo mas. Una muerte prematura, 36 años, con la seguridad de tener todavía mucho que decir. ¡Sálvame, aún tengo mucho por escribir! Le exigía a su medico y amigo, tomándolo del pecho, antes de entrar a pabellón.


Bibliografía.

1- Presencia y Memoria, Pág. 63. TALLERES GRÁFICOS AHUES, 23 de Diciembre de 1941
2- Pág. 64, Presencia y Memoria
3- “Ricardo Latcham: “Hay aquí un juego alterno de aproximación y de huída de la muerte... una admirable experiencia espiritual”. (Literatura Aflicción por Gustavo Ossorio, Pro-Arte)
4- “Ossorio concibió la poesía como una religión, como la menos efímera de todas, por ello exclamaba; “Mi vida ha sido sedentaria, pero torturada por mil razones. La poesía y la pintura son mi llaga y mi salvación”. (Presencia y Memoria de Gustavo Ossorio. Por DÁMASO OGAZ La Nación, Sgto., enero, 1958)
5- Sentido Sombrío, Pág. 21. TALLERES GRÁFICOS AHUES, 1948.
6- Sentido Sombrío, Pág. 118. TALLERES GRÁFICOS AHUES, 1948.
7- “la lectura de Ossorio conduce a problemas relacionados con la metafísica, no porque el autor se lo ha propuesto, sino debido a la tensión particular de sus versos. Hay aquí un juego alterno de aproximación y de huída de la muerte, que demuestra la atracción del asunto sobre los sentidos del poeta y su filosofía particular”. (CRONICA LITERARIA (Por Ricardo Latcham) LaNación, 29 de agosto, 1948
8- Filosofía y poesía, Maria Zambrano, FCE, Pág., 84
9- Sentido Sombrío, Pág. 64. TALLERES GRÁFICOS AHUES, 1948.
10- Sentido Sombrío, Pág. 118-119TALLERES GRÁFICOS AHUES, 1948.
11-“su poesía, junto a la de otros poetas de su generación (Arenas, Jorge Cáceres, Cid, Julio Molina, Teitelboim y otros), no es precisamente esa poesía hecha para alagar, fácil de imágenes y color superflua y elegante que con tanta profusión viene produciéndose en chile al lado de los auténticos poetas que son los menos pero cuya calidad salva el honor nacional chileno, en tal sentido: Huidobro, Neruda, De Rokha, Rosamel del Valle, Díaz-Casanueva, y los ya nombrados, y que no sirve absolutamente para nada. No. Esta poesía, en el mismo sentido que lo es la obra de Rilke, de Mallarme, de Eluard: poesía que tiende a escuchar ese orden olvidado”, a reestablecer el verdadero orden de los objetos, ahora sugestivamente alienados por el hombre. Es poesía como “acto de conocimiento”. A LA POESIA BRILLANTE, GUSTAVO OSSORIO PREFIRIO LA “BELLA DESGRACIA” DE HACER UNA POESIA OSCURA, Eduardo Anguita. (VEA, 4 de Febrero, 1942)