Recordar los infructuosos esfuerzos por aprender, desligarse de la derrota como la serpiente deja la piel por otra piel más exacta, clave en su sibilino andar de mal, de errática fascinación, me lleva a pensar que el estudio o la posposición de la sabiduría hacia un escatológico futuro es, probablemente, motivado(a) por la nece(si)dad de nuestros profesores y, por ende, del círculo hermenéutico al que rindamos pleitesía.
En ese sentido, nada más errático que la comedia, lo cómico y las categorías que se desprenden de dicho estudio. Hace ya tres años leí por un evento específico, ciertas elucubraciones afiebradas de los más eminentes pensadores que se ha granjeado occidente. Aún así, la pérdida de una posible Poética II, también llamada en su posible reconstrucción Tractatus Coislinianus, y la curiosa fábula de Umberto Eco sobre el silenciamiento y posterior quema de dicho manuscrito, permiten vislumbrar el contorno del problema desde un aparente menosprecio. Nada próxima a la verdad, dicha reflexión debería cifrarse más en la dificultad de interpretación que en un prejuicio tópico, que ligaría a lo cómico con la baja cultura, con lo exceso y el mal gusto. Y si bien varias de estas características aparecen en variadas situaciones ligadas al fenómeno de lo cómico, o a sus géneros, la arquitectura de lo cómico es variable e inexacta. Por consiguiente, el intento de desmerecer la risa, la chanza, el humor y la situación cómica, no es más que el reflejo de la punta de un iceberg mucho mayor y de complejo diseño.
Así, ya en el Talmud, en ese laberinto enciclopédico que el judaísmo nos ha legado, se marca el carácter benéfico de la risa y su necesaria vinculación con la sabiduría. Interesante es recordar que en el Talmud existe una marcada animosidad contra la ignorancia, algunas veces mucho mayor a las que el peregrino sentido común pudiera suponer. Incluso en la Bíblica nominación, el episodio en que los ángeles prometen a Abraham que será padre de un hijo en su magnífica senectud, es, a mi modo de ver, bastante decidor en dichos ámbitos. Esto, pues Isaac es nombrado gracias a que Sara se ríe de la promesa de los ángeles, risa que si bien en un primer momento es cómica al descubrir el dislate en lo que decía el nuncio, mistéricamente se transforma en un profundo aspecto de la comunicación con Dios.
Ahora bien, vuelvo a lo cómico sin querer definirlo, ya sea por incompetencia como por respeto. Vuelvo, ya que he releído el Popol Vuh en busca de la isomórfica (en relación con otras tradiciones) existencia de Xibalbá como inframundo. Llegados Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú a competir en el juego de pelota contra los señores de Xibalbá, descubrí con asombro, lo que harían para torturarlos en primer lugar. Ya en la Sala de Consejo de los señores de Xibalbá, los hermanos saludan respetuosamente sin recibir respuesta. ¿Qué había ocurrido? Los señores de Xibalbá se habían reemplazado por muñecos, y, en la trastienda, reían copiosamente por la ingenuidad de sus invitados. Inmediatamente pasmado, recordé La Risa de Henri Bergson y la explicación que daba a lo cómico en un aspecto. Según él, lo cómico estaría íntimamente ligado a la rigidez, a la maquinalidad en lo humano, ya sea físico o espiritual. En ese sentido, el reemplazo, el fantoche utilizado como máscara sin detrás, como simulacro de los señores de Xibalbá desencadenará la mostración de la rigidez espiritual y física de los hermanos. Varios siglos antes y en imperio de la barbarie precolombina, Bergson estuvo contenido en una alegoría menos simple de lo que se podría pensar. Por otro lado, luego del misterio del nacimiento de los hijos de Hun-Hunahpú desde su cabeza o el fruto de aquel extraño árbol lleno de sus testas, los hijos insuflados por el néctar de la fruta en una alegórica mujer, llamados Hunahpú e Ixbalanqué, transformaron a sus primos en simios por los malos tratos y la soberbia de su trato. Mas lo medular en dicho asunto, no es la mágica transformación en primates de los primos, sino la reacción de la abuela de los mismos. La anciana, triste por la noticia que le traían sus nietos, les pide si es que existe la posibilidad de volver a ver a sus nietos. Ellos le responden que sí, aunque con la condición de que no podría reír de ellos. Cuatro veces bajan los simios y bailan junto al acompañamiento musical de los hermanos frente a la abuela. Ahora lo inexplicable. ¿Cómo una mujer que ama a los suyos, puesta de sobre aviso, cuatro veces se ríe hasta el hartazgo de las penurias de sus nietos, carne de su carne? ¿Cómo la proximidad de lo enteramente luctuoso y lo hilarante? Lamentablemente no tengo una respuesta, pues aunque parezca inverosímil o alejado del relato que creemos real o vero, el ejemplo de Macbeth y el porqué del asesinato, a sabiendas de la funérea culminación de los eventos, la muerte de Lady Macbeth y el célebre monólogo que inspiraría a Faulkner, es también aún un enigma. El asesinato de Mersault en la costa, el brillo del sol, muchos de los pasos que llevan a Quentin en el Sonido y la Furia a suicidarse, el arrepentimiento de Silvio Astier o la macabra inversión de Madame Bovary en el teatro de Balder, las lágrimas finales de Sancho, tanta máquina y traza indudablemente humana y literaria, inmediata y fatal como el sentido logrado mediante la rudimentaria interpretación, como el gesto del crimen y la risa, indecidible como la traición y tan rotunda como ella.
Expongo estos azares no como comprobación de mi pericia en el tema, sino por el contrario, por la indignación que me causa la brevedad del entendimiento. ¿Cómo situar lo cómico dentro de lo inmanejable, lo mistérico, a saber, lo que rompe horma y es literario en sí, al menos en la conciencia de quienes ignoran o niegan su permanente estancia en dichas mansiones? Tal es la pregunta a responder. Yo, por mi parte, me inclino a pensar que hay algo mayor en las figuras cómicas, así como en las trágicas. Lo inexplicable en ellas, es lo inexplicable en la vida, pobre analogía para el que no sabe leer lo acotado. Antiguamente lo irrepresentable se presentaba desde el exceso, el derroche; así el catálogo de las naves en la Ilíada, así las genealogías bíblicas, la historia. Hoy reclama la inmediatez la compresión, la nanosemiótica: descubrir en lo pequeño el sistema no equivalente, sino los procesos que configuran el universo. En la alegoría maya, posiblemente, las jerarquías (no de menor ni mayor) entre los distintos niveles de la creación para perpetuar su tráfago de lo alto a lo bajo y viceversa.
Así, ya en el Talmud, en ese laberinto enciclopédico que el judaísmo nos ha legado, se marca el carácter benéfico de la risa y su necesaria vinculación con la sabiduría. Interesante es recordar que en el Talmud existe una marcada animosidad contra la ignorancia, algunas veces mucho mayor a las que el peregrino sentido común pudiera suponer. Incluso en la Bíblica nominación, el episodio en que los ángeles prometen a Abraham que será padre de un hijo en su magnífica senectud, es, a mi modo de ver, bastante decidor en dichos ámbitos. Esto, pues Isaac es nombrado gracias a que Sara se ríe de la promesa de los ángeles, risa que si bien en un primer momento es cómica al descubrir el dislate en lo que decía el nuncio, mistéricamente se transforma en un profundo aspecto de la comunicación con Dios.
Ahora bien, vuelvo a lo cómico sin querer definirlo, ya sea por incompetencia como por respeto. Vuelvo, ya que he releído el Popol Vuh en busca de la isomórfica (en relación con otras tradiciones) existencia de Xibalbá como inframundo. Llegados Hun-Hunahpú y Vucub-Hunahpú a competir en el juego de pelota contra los señores de Xibalbá, descubrí con asombro, lo que harían para torturarlos en primer lugar. Ya en la Sala de Consejo de los señores de Xibalbá, los hermanos saludan respetuosamente sin recibir respuesta. ¿Qué había ocurrido? Los señores de Xibalbá se habían reemplazado por muñecos, y, en la trastienda, reían copiosamente por la ingenuidad de sus invitados. Inmediatamente pasmado, recordé La Risa de Henri Bergson y la explicación que daba a lo cómico en un aspecto. Según él, lo cómico estaría íntimamente ligado a la rigidez, a la maquinalidad en lo humano, ya sea físico o espiritual. En ese sentido, el reemplazo, el fantoche utilizado como máscara sin detrás, como simulacro de los señores de Xibalbá desencadenará la mostración de la rigidez espiritual y física de los hermanos. Varios siglos antes y en imperio de la barbarie precolombina, Bergson estuvo contenido en una alegoría menos simple de lo que se podría pensar. Por otro lado, luego del misterio del nacimiento de los hijos de Hun-Hunahpú desde su cabeza o el fruto de aquel extraño árbol lleno de sus testas, los hijos insuflados por el néctar de la fruta en una alegórica mujer, llamados Hunahpú e Ixbalanqué, transformaron a sus primos en simios por los malos tratos y la soberbia de su trato. Mas lo medular en dicho asunto, no es la mágica transformación en primates de los primos, sino la reacción de la abuela de los mismos. La anciana, triste por la noticia que le traían sus nietos, les pide si es que existe la posibilidad de volver a ver a sus nietos. Ellos le responden que sí, aunque con la condición de que no podría reír de ellos. Cuatro veces bajan los simios y bailan junto al acompañamiento musical de los hermanos frente a la abuela. Ahora lo inexplicable. ¿Cómo una mujer que ama a los suyos, puesta de sobre aviso, cuatro veces se ríe hasta el hartazgo de las penurias de sus nietos, carne de su carne? ¿Cómo la proximidad de lo enteramente luctuoso y lo hilarante? Lamentablemente no tengo una respuesta, pues aunque parezca inverosímil o alejado del relato que creemos real o vero, el ejemplo de Macbeth y el porqué del asesinato, a sabiendas de la funérea culminación de los eventos, la muerte de Lady Macbeth y el célebre monólogo que inspiraría a Faulkner, es también aún un enigma. El asesinato de Mersault en la costa, el brillo del sol, muchos de los pasos que llevan a Quentin en el Sonido y la Furia a suicidarse, el arrepentimiento de Silvio Astier o la macabra inversión de Madame Bovary en el teatro de Balder, las lágrimas finales de Sancho, tanta máquina y traza indudablemente humana y literaria, inmediata y fatal como el sentido logrado mediante la rudimentaria interpretación, como el gesto del crimen y la risa, indecidible como la traición y tan rotunda como ella.
Expongo estos azares no como comprobación de mi pericia en el tema, sino por el contrario, por la indignación que me causa la brevedad del entendimiento. ¿Cómo situar lo cómico dentro de lo inmanejable, lo mistérico, a saber, lo que rompe horma y es literario en sí, al menos en la conciencia de quienes ignoran o niegan su permanente estancia en dichas mansiones? Tal es la pregunta a responder. Yo, por mi parte, me inclino a pensar que hay algo mayor en las figuras cómicas, así como en las trágicas. Lo inexplicable en ellas, es lo inexplicable en la vida, pobre analogía para el que no sabe leer lo acotado. Antiguamente lo irrepresentable se presentaba desde el exceso, el derroche; así el catálogo de las naves en la Ilíada, así las genealogías bíblicas, la historia. Hoy reclama la inmediatez la compresión, la nanosemiótica: descubrir en lo pequeño el sistema no equivalente, sino los procesos que configuran el universo. En la alegoría maya, posiblemente, las jerarquías (no de menor ni mayor) entre los distintos niveles de la creación para perpetuar su tráfago de lo alto a lo bajo y viceversa.
4 comentarios:
Muy bien...
Por supuesto que aún se representa lo irrepresentable por el derroche jm. Lo demás son i pods y blogs como el tuyo. Excelente artículo.
a mi también me gustó tu artículo, aunque no sé porqué, me suena a justificación poética del humor que caracteriza los propios convites de literatura.
jajaja
-mobydick-
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